Ayer aproveché la variada cartelera teatral para este mes en Gkill y fui a ver The Shape of Things, una nueva producción del Estudio Paulsen que vuelve a trabajar con Javier Andrade en la dirección.
Un texto del 2001 de Neil LaBute llevado a cine por él mismo en el 2003 que explora las relaciones humanas, la superficialidad y las apariencias por encima de nosotros mismos. Sobre la trama, Roger Ebert escribió una vez – LaBute tiene el más raro de los atributos, una voz distintiva. Conoces una de sus escenas a la vez. Su diálogo es el diálogo que se escucha por casualidad en los restaurantes de moda de escala media, con las palabras peladas para sugerir el veneno que hay debajo. – y dicho esto Javier hace su adaptación local.
Con sala llena, la gente se engancha desde que entra. Una escenografía sencilla, que pasa por minimalista a ratos y que se va transformando conforme se desarrolla la historia, de museo a casa o a universidad, siempre manteniendo lo mínimo indispensable. Impecable.
Esta historia de cuatro amigos tiene en su elenco como protagonistas a María Emilia Cevallos, que hace uno de sus trabajos más sólidos; una mujer hermosa y con una libertad cautivante que nos enamora a todos. Un personaje que llena el espacio con su sola presencia. El otro protagonista es Ricardo Velasteguí, con personaje que va teniendo una metamorfosis dentro de la historia, muy bien lograda, sobre todo en lo emocional. Sin exagerar, bien dosificado. La otra pareja de amigos son el actor Sebastián Perdomo, que hace del amigo machista, peleón, que se las sabe todas y que lo logra trasladar al público, y Liss Rezabala, la chica de familia, guapa, superficial de la historia. En general hay un buen balance de personalidades , logradas desde la dirección. Otro gran logro fueron los cambios entre escenas, los blackouts para mover y cambiar las pocas cosas de escenografía se acompañaban de una playlist exclusiva para este montaje, le tomó horas a Javier elegir las canciones porque no solo son algunos de sus músicos preferidos, sino que además son intencionales con la escena que la precedió.
El diseño de arte a cargo de Stephanie Simmons, segunda colaboración con Javier. Son 10 cambios de escenas, muy bien cuidados y también impecable. Al igual que el vestuario a cargo de Ximena Gutierrez. El diseño de luz es otro de los aciertos de este montaje, a cargo de Jaime Pérez que hace un juego entre mucha y poca luz, dibujando a veces en la penumbra, o con backlights para ciertas escenas.
Javier es sin duda uno de los directores más activos en la escena local cinematográfica, recién estrenó su cuarta película -Lo Invisible-, además es Músico y entre panas hasta DJ; esta es su segunda incursión en el teatro y logra juntar todo lo bueno de su lenguaje creativo en este montaje sin descuidar lo principal, la historia.